Qué nos proponemos

Casa de Acogida para Madres Gestantes La Guía (dormitorios)Casa de Acogida para Madres Gestantes La Guía (sala de juegos)

  1. Ayudar a la madre a no sentirse sola en sus dificultades.
  2. Fomentar su calidad de vida de una manera digna y estable.
  3. Potenciar la responsabilidad en la vida cotidiana.
  4. En la consecución de valores humanos que le ayuden en las relaciones interpersonales (respeto, disponibilidad, comprensión y autenticidad, etc.).
  5. Capacitarla en la adquisición de habilidades maternales hacia sus hijos (ternura, paciencia, sacrificio, etc.).
  6. Ofrecerle elementos que les ayuden a descubrir sus potencialidades.

¿Quieres ponerle pendientes a tu bebé?

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Matrona con experiencia
Miércoles de 11:30 a 13:30 horas
Donativo a favor de la Casa de Acogida para madres gestantes

Casa de Acogida para madres gestantes
Avenida Profesor Pérez Pimentel, 105. La Guía - Gijón
Teléfonos 985 36 33 14 - 638 12 93 01
casadeacogidaguia@hotmail.es

Necesitamos Socios Promotores

Casa de Acogida para Madres Gestantes La Guía (exterior)Las Madres de los Desamparados y San José de la Montaña hemos puesto en marcha en Gijón una Casa de Acogida para madres gestantes. Nuestro propósito es ayudar a todas aquellas madres que, ante su embarazo y por carecer de recursos, necesiten que las acojan. Hoy esta necesidad es especialmente acuciante al ser una época donde se facilita el aborto presentándolo como remedio, basándose en el engaño y la ignorancia.

Sabemos que cuando se aborta no sólo se mata un niño sino que, además, la gran perjudicada es la mujer que lo sufre por el pesar que le queda y que, también desde esta Casa, pretendemos aliviar y ayudar a superar.

En estos momentos iniciales necesitamos encontrar los recursos económicos necesarios que nos permitan sostener la Casa y darle continuidad. Sabemos lo difícil que es, en una época de crisis como ésta, conseguir medios.

Por esto hoy queremos invitarle a ser socio promotor de esta Casa de Acogida Nuestra Señora de los Desamparados. Ostentarán esta distinción de socio promotor todas aquellas personas que lo soliciten y hagan una aportación económica dentro de este primer año de funcionamiento.

Hemos pensado que la cuota sea voluntaria, estableciendo un mínimo de 12 euros al año. Los socios promotores recibirán un recordatorio del San José de la Casa de Acogida con su nombramiento. Además contarán siempre con nuestra oración por cada uno y sus familias.

Si quiere hacerse socio promotor puede hacerlo rellenando sus datos en el siguiente link, de la reciente web de la Casa. Si la situación económica no le permite en estos momentos hacer una aportación en dinero, no se preocupes: hágalo constar en las observaciones y ese requisito queda pospuesto para cuando pueda.

Una última petición: haga llegar este correo a aquellas personas que piensa pueden querer colaborar con la Casa de Acogida.

Como dice nuestra Fundadora La Madre Petra: "Es menester obrar muy en Dios para poder hacer el bien". Muchas gracias por su atención y que Dios le bendiga.

Madre Marissa Montoya Romero
Madres de los Desamparados y San José de la Montaña
Superiora Casa de Acogida
casadeacogidaguia@hotmail.es

Casa de Acogida

Casa de Acogida para Madres Gestantes La Guía (exterior)Esta casa tiene su origen en el año 1967, como una alternativa de atención a la infancia y juventud. Hoy ofrece acogida a madres gestantes y/o con pequeños en situación de riesgo.

La Casa de Acogida Nuestra Señora de los Desamparados pertenece a la Congregación religiosa “Madres de Desamparados y San José de la montaña, fundada en 1881 por la Beata Petra de San José, verdadero testigo de la misericordia de Dios, para los más necesitados.

Puedes leer aquí la historia de la Casa de la Guía, que ahora es una casa de acogida para las madres gestantes y/o con hijos

imágenes de la casa

Casa de Acogida para Madres Gestantes La Guía (comedor)Casa de Acogida para Madres Gestantes La Guía (sala de estar)Casa de Acogida para Madres Gestantes La Guía (dormitorios)Casa de Acogida para Madres Gestantes La Guía (sala de informática)Casa de Acogida para Madres Gestantes La Guía (aseos)Casa de Acogida para Madres Gestantes La Guía (sala de juegos)

Beata Petra de San José

«Apóstol josefino del siglo XIX. Fundadora de la Congregación de Hermanas Madres de Desamparados y San José de la Montaña, llevó su carisma de amor misericordioso a todos, especialmente a los ancianos, niños y enfermos»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 16 de agosto de 2013 (Zenit.org) - Ana Josefa Pérez Florido nació en el magnífico Valle de Abdalajís, Málaga, España, el 7 de diciembre de 1845. Fue la última de cinco hermanos. Perdió a su madre siendo niña y se cobijó en María adoptándola como tal: «Me postré delante de la Virgen suplicándole que no dejara de ser mi Madre, que yo procuraría santificarme ayudada por su gracia». Aunque heredó la fe de sus padres, crecía sin que nada hiciera pensar que su vida iba a dar un giro hacia la consagración. De hecho, se prometió con José Mir, un muchacho del pueblo. Rompió con él para seguir a Cristo: «la gracia me solicitaba», explicó con posterioridad. Su padre no compartía su idea de ingresar en un convento, por lo que ese anhelo solo pudo hacerlo realidad cuando falleció. Otros habrían desistido de su empeño dejando que se enfriara el celo apostólico inicial, o juzgando que tal vez su camino era distinto. Pero ella persistió en el intento con fe, prodigando el bien a su alrededor. En ese compás de espera, hasta que la voluntad de Dios se manifestó permitiéndole seguir adelante con su vocación, oraba y atendía a las personas más débiles del pueblo, en particular a los enfermos y ancianos que vivían una situación de abandono. Pensando en ellos, en 1873 abrió la conocida «Casa de los pobres» en la calle Alameda, cuya sede fue trasladada después frente a la parroquia de san Lorenzo. Compartían su ideal Frasquita, Isabel, Josefita, y Rafaela; todas fueron conocidas entre el vecindario como «Hermanitas de los Pobres».

En 1878, después de morir su padre, fiel al sentimiento que latía en su corazón: «Señor, Vos sobre todas las cosas», y bien orientada por su confesor, ingresó en la Congregación de las Mercedarias de la Caridad. Siguieron sus pasos Frasquita, Isabel y Rafaela, artífices junto a ella de las obras de caridad en Abdalajís y en Álora. Josefita, con la ayuda de otras personas, continuó durante años al frente de la casa abierta en el Valle de Abdalajís. Poco duró la estancia de las cuatro mujeres en el convento, porque a los pocos meses comprendieron que no era su camino. Fueron instantes difíciles ya que si bien querían seguir a Cristo, ignoraban la vía que debían tomar. Ana Josefa abrió su corazón al obispo de Málaga, D. Manuel Gómez Salazar, quien le marcó su sendero: ser fundadora. Y junto a las tres compañeras erigió la Congregación de Hermanas Madres de Desamparados y San José de la Montaña con el carisma «Amor misericordioso». Su experiencia personal de orfandad que le había hecho volver sus ojos a María tomándola como Madre, revivió con particular fuerza en esos momentos. No tenía duda de que, en medio de la consagración y teniendo su vida centrada en Cristo, las religiosas podrían llevar la ternura maternal a todas las personas que carecían de hogar y de cariño, ya fuesen niños, jóvenes o ancianos.

En 1881 profesó los votos temporales en la iglesia de San Juan Bautista, de Vélez-Málaga y tomó el nombre religioso de Petra de San José. En 1892 en la iglesia de la casa de Ronda emitió los definitivos. Selló este instante con la siguiente determinación: «Señor, disponed de mí, a toda vuestra voluntad, a toda vuestra libertad…, y como Dueño absoluto y legítimo de todo mi ser. Haced que todo lo que haga sea acepto a vuestros purísimos ojos; de otro modo no quiero vivir». Por fortuna, sus numerosas cualidades le sirvieron para sobrellevar todos los contratiempos que surgieron. Era una mujer de recia personalidad, carácter equilibrado, y admirable capacidad para afrontar el día a día en medio del rigor, siempre con esperanza, alegría y sencillez, sabiéndose en manos de Dios. Las dificultades de distinto signo, calumnias y persecuciones incluidas, no hicieron más que acrecentar sus virtudes. Quienes la vituperaron no hallaron en ella más respuesta que la caridad y el perdón. De algún modo previno a sus hijas de lo que podía recaer sobre la comunidad. Así, un día, celebrando entrañablemente la festividad de la epifanía en la que cada una ofrecía al Niño lo que brotaba de su interior, la fundadora les advirtió: «Hijas, si esto que hemos ofrecido ha sido de verdad, Nuestro Señor lo ha recibido y hay que prepararse para grandes trabajos. Pronto veremos los efectos de esta oblación. Pongamos el hombro para una cruz muy grande, y de seguro que estará cerca, porque Nuestro Señor no acostumbra a dilatar esta clase de gracias, cuando se las pedimos de todo corazón. Digo gracias porque no dejan de ser los trabajos favores extraordinarios que reserva el Señor para los suyos. Más tarde, en días de tribulación, recordábamos el ofrecimiento del día de Reyes, que una ofrecía su honra por amor a Jesucristo; la otra, quedarse desnuda y vivir pobre como Él; otra, desear ser perseguida».

Ana Josefa fue un gran apóstol, orante y contemplativa. Supo tocar las fibras más sensibles de los que sufrían cualquiera que fuese la razón de su dolor. Su devoción a san José, en cuyo honor había tomado su nombre, le ha conferido el título de «apóstol josefino del siglo XIX». Dio a sus hijas como modelo para su santificación el de la Sagrada Familia. Aludiendo a Cristo, confesaba humildemente: «¡Ojalá que yo pudiese aprender las lecciones que siempre me ha dado! Pero soy tan miserable que parece que vamos a porfía: Él, con tanta misericordia a regalarme, y yo, con tanta frialdad e indiferencia en su santo servicio. Él me perdone y reciba mis deseos y buena voluntad, que ésta siempre la he tenido». Al final de su generosa vida en pro de los necesitados, y después de haber fundado 10 casas, le sorprendió una grave enfermedad que le produjo gran sufrimiento, uniéndose a los muchos que ya había padecido. Entregó su alma a Dios en Barcelona, a los 60 años, el 16 de agosto de 1906. A fuerza de amar llegaba a la cima soñada de la que habló a sus religiosas: «Hijas es el amor quien debe prestarnos alas para subir más arriba». Juan Pablo II la beatificó el 16 de octubre de 1994.